Pero antes, empecemos con 4 cosas que no va a hacer tu psicólogo:
1- El psicólogo no te conoce y
no tiene preconceptos sobre vos y tu entorno: tus amigos y familiares, por
buenas intenciones que tengan, van a ayudarte con sus prejuicios y sentimientos bajo el brazo. Así si tenés un problema con tu pareja y le consultás a una amigo qué hacer, éste seguramente te
responderá poniendo mucho de lo que él siente por ambos en juego. No digo que esto sea ni malo ni bueno, sólo que no es objetivo.
2- El psicólogo no va a decirte
lo que querés escuchar: este es uno de los problemas
típicos de los amigos. Si tu ex te dejó por otra va a venir tu mejor amiga a decirte que es un hijo de. ..Probablemente el psicólogo te haga analizar las causas, el estado de la relación, la
proyección a futuro que tenía, los esfuerzos de uno y otro para sacarla adelante, el compromiso de cada uno y mil cosas más que quizás te hagan ver que las señales de alerta ya estaban hace mucho
tiempo y vos no las quisiste ver.
3- El psicólogo no va a resolver
tus problemas: el psicólogo va a escucharte y a
repreguntarte sobre ciertas situaciones para guiarte a través del camino de tus emociones y pensamientos sobre el mundo que te rodea. Además de eso, te va a ir dando herramientas hechas a tu
medida para que poco a poco puedas ir resolviendo tus problemas solo. Es lo que se denomina Psicoeducación.
4- El psicólogo no actúa como un
juez: El psicólogo ve en vos una persona
que sufre y que busca un bienestar. Se cuestionan pensamientos, creencias y emociones disfuncionales pero NO a la persona.
5- El psicólogo no te va a hacer
acostar en un diván: este es uno de los mitos que han
creado las películas. Según el tipo de terapia, podés estar sentado normalmente o acostado en un diván. En la Terapia Cognitiva no se utiliza el diván. Así que si no te hace acostar no
pienses que tu psico hace un tratamiento anormal. Incluso existen otros tratamientos como la terapia cognitiva conductual avalada científicamente a nivel mundial que no utiliza el diván.
Ahora sí, las 10 razones para iniciar sesiones de terapia con un psicólogo:
5- Porque el
psicólogo no te ve como un “loco”: el terapeuta sabe que tiene frente a sus ojos a un ser humano con miedos, conflictos, pensamientos y sentimientos. Y es junto a esa persona con la
trabaja para resolver, todas esas situaciones.
Todos escuchamos alguna vez, casi a modo de insulto, que alguien dijera “andá a un psicólogo que te arregle”. Lo curioso es que en muchos casos después que el psicólogo dejó a alguien
“arreglado” no falta el que dice “ese psicólogo te dejó peor que antes”, cuando en realidad lo que se pone de manifiesto es que son las personas del entorno las que también necesitan
terapia.
6- Porque está preparado para trabajar con personas: así se expuso más arriba que el psicólogo trabaja de una manera científica, también sabe que trata con
personas que pueden estar en un momento vulnerable de sus vidas y debe ser cuidadoso en el trato con ellas. En las situaciones de enojo, ansiedad, temor, etc el profesional debe ser capaz de
poder contener y traquilizar a su paciente para que pueda objetivar su situación y así poder tomar decisiones.
7- Porque sentís que nadie te comprende: si bien el amor de tu familia, amigos o pareja puede ser fuerte, no siempre pueden estar en condiciones de lograr “ponerse en tus
zapatos”. Hay gente a la que la empatía simplemente no le sale.
8- Porque tu vida es más importante que el “qué dirán”: a esta altura del siglo XXI muchas personas sienten que el hacer terapia puede ser mal visto o que podría indicarle a los
demás que “no es normal”. Sin embargo, muchas de las personas que podrían cuestionar o comentar por lo bajo sobre alguien que hace terapia, no tienen problemas en decir que recurren a brujas,
tarotistas, chamanes, pais, “maestros” y demás chantas de lo espiritual y/o astrológico que están más preocupados en sacarle dinero y hacerle falsas promesas a la gente que en lograr que estas
personas resuelvan sus verdaderos problemas.
9- Porque es un espacio personal y único: cada sesión el profesional tiene toda la atención puesta en vos y en lo que te sucede.
10- Porque también puede ser divertido: las sesiones no tienen que ser solemnes. ni graves, ni deben utilizarse para expresar sólo dolor. El humor es fundamental.
Para finalizar, estos 5 consejos para prepararte para tu primera sesión de terapia:
1- Relajáte. Nada de lo que digas o hayas hecho el psicólogo no lo ha visto con otros pacientes o al menos leído en un libro, por su experiencia y formación.
2- No ocultes cosas por vergüenza. Es necesario que el profesional tenga bastante información y fidedigna para poder ayudarte de la mejor manera.
3- Permanecé sólo con el profesional que te haga sentir cómodo.
4- Poder expresarte con claridad ayuda mucho.
5- Disfrutálo.
Como dije antes, es un espacio tuyo. Ya sea que quieras reirte, llorar, recordar cosas dolorosas, etc; es un momento para vos y tenés el derecho a disfrutarlo al máximo.
Extraído de: http://www.dayanabarrionuevo.com/10
Escrito por: Dayanabarrionuevo y Modificado y Adaptado en esta página por Lic. C. Débora Cortés A.
La persona que acude a psicoterapia está reconociendo que sola no puede resolver esa situación de malestar, que lo ha intentado una y otra vez, que no haya la solución. No la encuentra, aunque está en ella misma. El terapeuta sabe esto por lo cual busca potenciar las herramientas y capacidades del pacientes para poder resolver sus conflictos.
En el comienzo de una psicoterapia el paciente no está dispuesto a cambiar tantos aspectos de sí mismo como pudiera parecer cuando expresa su demanda. Si así fuera, ya habría cambiado. Realmente una parte suya quiere cambiar y otra parte no, e incluso, se resistirá con mayor o menor conciencia al cambio.
¿Y para qué cambiar? Si queremos resultados distintos, habremos de hacer algo distinto. Obtenemos el mismo resultado, es decir, tropezamos siempre con la misma
piedra porque repetimos un mismo patrón de comportamiento. A pesar de que no queremos sufrir, no podemos dejar de hacerlo. Lo que nos mueve a tropezar con la misma piedra, sin llegar a
aprender que está ahí, es que no nos “percatamos” de su presencia hasta chocar con ella. Si alguien nos avisara, no dudaríamos en evitarla. El problema, al final, se reduce a que no nos damos
cuenta de los obstáculos hasta que sufrimos sus consecuencias negativas. En este punto es donde reside la ayuda que ofrece el terapeuta. Por eso podemos decir que el terapeuta es un avisador
de obstáculos, un entrenador del darse cuenta. En este entrenamiento el paciente aprende a monitorearse a sí mismo.
Lo siguiente es preguntarnos para qué repetimos algo que nos perjudica. No es lógico que nos hagamos daño. No estamos hechos para destruirnos. Al contrario, estamos hechos para vivir y
construirnos. Y eso es lo que hacemos: vivir para crecer.
En algún punto estará, pues, el problema. En el mismo diseño de construirnos activamente, lo que nos sale mal, lo cambiamos y lo que nos sale bien lo mantenemos. Cuando hacemos algo y eso nos
trae un resultado positivo tendemos a mantenerlo y a repetirlo. Cuando nos sale mal, procuramos cambiarlo. Siempre estamos en un continuo ajuste con el entorno buscando una situación de
equilibrio en la que tenemos una experiencia que describimos como bienestar. Esta capacidad de ajuste es algo consustancial a estar vivo y crecer. Crecer es ajustarse, orientarse hacia el
equilibrio. Esto lo venimos haciendo desde que nacimos y lo seguiremos haciendo hasta que finalice nuestra vida.
Venimos a este mundo sin saber cómo es esto. Durante nuestros primeros años nos creamos una visión de lo que aquí hay. De niños somos tremendamente creativos y adaptables, y hemos de
sobrevivir emocionalmente en condiciones bastante precarias en la mayoría de los casos. Con la gran capacidad de vida, ajuste y crecimiento que tenemos siendo niños, buscamos la mejor
solución a aquellas circunstancias en las que nos sentimos abandonados, poco queridos, abusados (y no sólo sexualmente), humillados, olvidados, manipulados, etc. Y nos construimos un modo de
relacionarnos con el mundo que resultó exitoso y nos ayudó a continuar viviendo y creciendo.
Como decía más arriba, cuando los resultados son buenos, tendemos a repetir aquello que nos condujo ahí. Al final, esto es lo que hacemos: repetir lo que nos salió bien y, sin duda, así
fue.
El error está en que aquello que hicimos de pequeños, adaptarnos, no es algo exclusivo de la infancia, sino que ha de ser una actitud activa durante toda la vida. El error está en que no nos
damos cuenta de que el paso del tiempo conlleva cambios en nosotros mismos y en aquello que nos rodea, que ya no tenemos 2, 4 ó 9 años, sino que somos adultos, que ya no estamos tan
indefensos, que tenemos muchos recursos como adultos, que las personas con las que nos relacionamos no son aquellas de nuestra infancia, que pudimos sentirnos abandonados o humillados por
algunas personas importantes allá entonces, pero que aquellas personas han desaparecido porque también ha pasado el tiempo por ellas o porque simplemente ya no están.
En la infancia evitamos el dolor de aquellas situaciones conflictivas en las que nos jugábamos la supervivencia emocional y nos funcionó la solución lograda. En nuestro diseño está la
tendencia a evitar el dolor y lo conseguimos. Es este mismo diseño de evitación del dolor lo que nos hace en la actualidad aferrarnos a la solución vieja.
La importancia de vivir el presente deriva de que es en el aquí y ahora el lugar y tiempo en el que vivimos y crecemos. El ayer no existe, salvo en nuestro recuerdo. Es la supresión de
nuestra capacidad de ajuste creativo por evitación del dolor lo que nos hace tropezar una y otra vez con la misma piedra.
La solución intentada es el problema, es necesario modificar nuestros patrones de comportamiento y animarnos a intentar algo diferente, ¿Para qué? para obtener resultados diferentes!
Publicado el 07 May 2007 por Paco_Dominguez en la Revista Vivir para Crecer. Link: http://www.vivirparacrecer.es/para-que-hacer-psicoterapia